El ADN del Real Madrid es la Champions y ante el Stuttgart, un equipo imponente, tuvo que aferrarse a él para arrancar el nuevo formato con una victoria mucho más sufrida que merecida. Hubo que esperar al 82 para que Rüdiger lograra el 2-1 después de que los alemanes hubieran igualado en la segunda parte el tanto inicial de Mbappé, que debutó en la Champions en el Bernabéu con una buena actuación. Endrick selló el definitivo 3-1 en la prolongación. El equipo de Ancelotti sigue con los mismos problemas: endeble atrás, sin ideas con el balón y demasiado fallón arriba.
La Champions volvía al Bernabéu. A casa. A su casa. El Real Madrid, el puto amo (con perdón) de la Copa de Europa, estrenaba este nuevo formato que sólo es el intento desesperado de Ceferin y sus secuaces por retrasar lo inevitable: la Superliga. Más partidos (algunos interesantes pero muchos infumables) y más dinero para regar a los clubes y evitar que se calienten contra mamá UEFA. Puro gatopardismo: que todo cambie para que todo siga igual.
Era la primera noche de Champions de Mbappé en el Bernabéu. Como local, digo. Como visitante ya vivió algún disgusto, así que a partir de ahora le toca disfrutar de lo longos que son los noventa minuti en casa del Real Madrid. Entre otras cosas Kylian ha venido aquí a completar los dos títulos que le faltan para pasarse el juego: la Champions y el Balón de Oro que, por cierto, son «palabras que van juntas» como diría Joaquín Reyes.
Jugaba Mbappé y jugaban otros diez. Entre ellos Carvajal de central por necesidad. Militao anda tocado y Ancelotti va más justo de centrales que Mercadona de piñas. En lo que vuelve Alaba (a ver cuándo y cómo) o en lo que el Real Madrid ficha un central en enero, esto es lo que hay. Carletto también tiene para parchear ahí con Tchouaméni, pero el francés, que también era titular ante el Stuttgart, lo hacía como mediocentro porque tampoco está Camavinga.
Otro que regresaba al once era Bellingham. El Real Madrid le ha echado de menos más que Queen a Freddy Mercury. Aún de luto por Kroos, el mediocampo blanco ha sido un erial con la pelota desde que el inglés se lesionó en la primera jornada de Liga. Puede que con su regreso se arreglen todos los males de Ancelotti o puede que no, pero desde luego este Madrid no sabe jugar (bien) sin Bellingham.
La Champions vuele a casa
Relatadas las novedades situemos los once jugadores que estrenaban esta nueva Champions para el Real Madrid: Courtois; Lucas, Carvajal, Rüdiger, Mendy; Tchouaméni, Valverde, Bellingham; Rodrygo, Vinicius y Mbappé. Cosa seria de mediocampo hacia adelante. Enfrente el Stuttgart, equipo valiente y divertido que se plantaba en el Bernabéu sin nada que perder pero dispuesto a pasar un buen rato y, de paso, poner en apuros al quince veces campeón de Europa.
Salió el Real Madrid en modo Champions. Concentración y (un poco de) presión alta. No se amilanó el Stuttgart, que obligó a mancharse el traje a Courtois a nos dos minutos. La ocasión animó a los alemanes e hizo dudar a los de Ancelotti, que aún no tienen los automatismos suficientes para salir de la presión sin Kroos. Los visitantes adelantaron la defensa de manera algo suicida casi al mediocampo y eso al Madrid le daba vidilla.
Segundo aviso. Lucas Vázquez perdió una pelota fácil en la posición de lateral y provocó que Millot se quedara solo ante Courtois. Menos mal que el francés cruzó demasiado la pelota en la definición final. Respiró el Bernabéu, que se dio cuenta pronto de que el Stuttgart no había venido a sacarse selfies.
En los primeros diez minutos chupó más plano Courtois que Pablo Motos en El Hormiguero. Respondió Mbappé con una maniobra individual desde la izquierda que abrochó con un tiro raso que atrapó Nübel. No se arredró el Stuttgart, que volvió a obligar a volar a Courtois para sacar otro disparo de Millot que se envenenó rumbo a la escuadra.
El chorreo del Stuttgart ya empezaba a ser serio. Tocaban, tiraban paredes y entraban en la endeble defensa del Real Madrid como Pedro por su casa. Courtois sacó un mano a mano ante Stiller que merecía haber sido el 0-1 por lo hermoso de la jugada previa. Ancelotti mascaba chicles por no mascar cerillas. Su equipo empezaba a enseñar más costuras que Rambo.
Recital del Stuttgart
El runrún se apoderó de un Bernabéu que comenzaba a agotar su escasa paciencia. Con razón. El tiempo y el 0-0 eran los mejores aliados de un Real Madrid que esperaba a que el Stuttgart se cansara de correr. Y de jugar. Al equipo de Ancelotti se le apareció Mbappé en el minuto 25 con una preciosa maniobra individual desde la izquierda que finalizó con un tiro cruzado al que respondió Nübel con un paradón.
El partido se rompió y el vértigo asoló el Bernabéu. En el 27 El madrid volvió a tocar madera cuando entre Carvajal y el larguero evitaron el 0-1 que se merecía el Stuttgart. Reaccionó el Madrid y espabiló Rodrygo, que tuvo una ocasión tras percutir por la derecha. Los alemanes empezaban a acusar el esfuerzo titánico de los primeros 25 minutos. Apretaba el Bernabéu al que su equipo había metido en el partido.
En el 32 llegó un penalti tan innecesario como (aparentemente) clamoroso sobre Rüdiger en un córner. Se apresuró a tirarlo Bellingham, pero el VAR llamó a capítulo al colegiado, que revisó la acción y se echó atrás. No había contacto con el pie, pero sí que le estaban sujetando de la camiseta. Sea como fuere el penalti se fue al limbo.
En el otro área Lucas Vázquez seguía empeñado en liársela a Courtois, menos mal que el Stuttgart seguía sin puntería. Los minutos se consumían y el primer tiempo se esfumó en un pispás. Al peso merecieron más los alemanes, pero su falta de puntería provocó que el 0-0 luciera en el marcador 360 del Bernabéu.
Mbappé abre la lata
Del descanso regresamos con la entrada de Militao por Lucas Vázquez, el regreso de Carvajal al lateral derecho y con la mejor noticia posible: gol del Madrid. La jugada nació de un pase largo de Tchouaméni, un error de Mittelstädt en el despeje, una galopada de Rodrygo por la derecha y un remate a puerta vacía de Mbappé. Lo celebró el Bernabéu como tocaba: con alegría y alivio a partes iguales.
Pudo lograr el propio Mbappé el 0-2 en la siguiente jugada, pero lo evitó el buen portero del Stuttgart con una poderosa mano abajo. También la tuvo Rodrygo en el 50 porque el Real Madrid había salido en el segundo tiempo como debería haber salido en el primero. Ahora sí disfrutaba el madridismo. Pero los alemanes ni se habían rendido ni se iban a rendir. La ventaja para los de Ancelotti es que les iban a dejar espacios a sus espaldas.
En el 58 la tuvo Vinicius con un zurdazo desde la frontal del área que se estrelló contra el travesaño. Respondió el Stuttgart con una contra que abortó Courtois con mano firme. El partido todavía seguía abierto y el Real Madrid se gustaba demasiado. Tres avisos seguidos de los alemanes ahogaron un suspiro en el Bernabéu.
Al cuarto llegó el gol del empate. Fue a la salida de un córner mal defendido por el Madrid. Los centrales no supieron despejar ni Bellingham tapar a su par, que prolongó al segundo palo y allí, casi sin querer, Undav puso la cabeza y le salió un remate venenoso y bombeado. Pues nada. A los de Ancelotti les tocaba remar. Carletto quitó a Tchouaméni para meter a Modric.
Iguala el Stuttgart
El gol animó al Stuttgart y dejó tocado a un Real Madrid cuyo juego es inversamente proporcional al talento de sus jugadores. Ancelotti metió a Fran García por Mendy y a Güler por Rodrygo. Y, a lo loco, sacó a Endrick en el 80. El recién casado sustituyó a Bellingham, que estaba fundido después de haberse pasado casi un mes fuera por lesión.
En el 82 el espíritu de Juanito sobrevoló el Bernabéu y se reencarnó en Rüdiger. El alemán se elevó entre compatriotas para cabecear un córner botado por Modric y en el que el meta Nübel había abandonado la portería a destiempo. El Real Madrid deshacía el entuerto cuando el fantasma de la pifia europea empezaba a aparecerse en el Bernabéu.
Sufrió el Real Madrid en los minutos finales igual (o más) que en todo el partido. Resistieron con suerte los de Ancelotti, que sellaron con el postrero gol del Endrick, que todo lo que toca lo emboca, una victoria más trabajada que merecida ante un Stuttgart que demostró en el Bernabéu ser un equipazo y mereció mucho más que una derrota pírrica.